En el transcurso de la Jornada III de Don Álvaro o la Fuerza del Sino, más
concretamente en el monólogo que el personaje de Don Álvaro realiza al
principio de la escena III, se puede observar numerosas reflexiones sobre la
vida y la muerte. La queja que más se repite durante la intervención de Don
Álvaro es la dificultad para soportar las penas de la vida. El personaje
menciona varias veces: “¡oh que carga es vivir!” refiriéndose a lo difícil que le resulta
afrontar los problemas que presenta la vida. El personaje establece una
comparación entre el mundo en el que vivimos y un calabozo. En este mundo tanto
ricos como pobres sufren las desdichas de la vida, además, la muerte no
discrimina a nadie por su estatus. Sobre este tema Don Álvaro comenta que los
exitos en la vida no sirven de nada porque tras morir, todo esto desaparece. El
personaje se muestra apesadumbrado y explica que la mala suerte que ha tenido desde el momento
en el que nació es una de las principales razónes por las que desea la muerte.
Además debemos resaltar que Don Álvaro cree que su amada Leonor está muerta,
esto le causa una gran tristeza. En el monólogo también apreciamos la
desilusión de Don Álvaro ante la forma en la que la vida se desarrolla.
Con respecto al procedimiento dramático mediante
el cual Don Carlos descubre que el soldado herido es Don Álvaro, resulta
bastante significativa la ironía de la situación. En primer lugar, Don Carlos
renuncia a su honor incumpliendo la promesa que le hizo al hombre herido. Tras
desenmascarar a Don Álvaro, el hermano de Leonor debe afrontar un nuevo dilema.
Don Carlos duda de cómo ejecutar su venganza y también, de que sentiminetos
debe tener hacia Don Álvaro ya que no sabe si debe estarle agradecido u
odiarle. Finalmente decide que, a pesar de que vaya a dañar su honor, debe
vengar a su padre muerto y al honor de su familia. Por esto decide esperar a
que Don Álvaro se recupere de sus heridas para enfrentarse a él. Durante este
proceso en el cual Don Carlos la verdad, se puede observar que la tensión y la
intriga alcanzan un nivel bastante alto en la obra. Don Carlos expresa mediante
un monólogo, con gran dramatismo, sus dudas, su deseo de venganza y el conflicto interno que debe afrontar. Las
aciones que realiza el personaje durante esta escena resultan llamativas por la
sensación de lentitud que crean en la audienca. Cada paso que da Don Carlos
hasta que descubre la verdad es descrito con detalle en su monólogo. Desarrollando
de esta manera los acontecimientos de la escena, la sensación de intriga y el
dramatismo aumentan.
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