miércoles, 25 de junio de 2014

Don Álvaro o la Fuerza del Sino - Jornada V


El Satanismo en la Ultima Jornada. El Desenlace Diabólico


En la V Jornada de Don Álvaro o la Fuerza del Sino la acción retorna a España en el convento de Los Ángeles donde Don Álvaro se ha refugiado con el objetivo de adoptar una vida religiosa y tratar de calmar su alma. Un día acude al convento un misterioso caballero, que resulta ser Don Alfonso, en busca de Don Rafael. El hermano Melitón encuentra la visita de este caballero bastante sospechosa y decide avisar a Don Álvaro de la presencia de éste. El hermano Melitón y Don Álvaro discuten sobre la identidad y el proposito de este misterioso caballero. Finalmente, Don Álvaro decide acudir a donde esta Don Alfonso para resolver sus dudas. Don Alfonso reconoce a Don Álvaro cuando le ve y, entonces, decide vengar el honor de su familia. Al principio, Don Álvaro rechaza el combate con Don Alfonso argumentando que él ahora es un hombre religioso. Además, Don Álvaro siente en su interior un gran dolor por las muertes y el sufrimiento que ha causado lo cual le crea un gran sentimiento de culpabilidad. Aun así Don Alfonso no quiere perder esta oportunidad de venganza, así que intenta provocar a Don Álvaro mediante insultos. Don Álvaro finalmente acepta el duelo después de que Don Alfonso le de una bofetada. Los dos caballeros deciden combatir en un valle, allí Don Álvaro hiere de muerte a Don Alfonso y el último pide que venga un penitente antes de que muera. Doña Leonor, que estaba refugiada cerca del valle, viene al lugar cuando escucha la voz de su hermano. Aunque Don Alfonso estaba a punto de morir, consigue fuerzas para matar a Leonor. Don Álvaro presencia los acontecimientos y, después de esto no puede soportar más sufrimiento por lo que decide cometer suicidio saltando por un barranco.
En el transcurso de la Jornada V se introducen rasgos relacionados con el satanismo. En los diálogos que tienen lugar en las escenas de esta Jornada se alude constantemente al demonio, infierno y a la presencia del mal la cual perturba a los personajes. Don Álvaro se considera un ser infernal por todas las muertes y el mal que ha causado en su vida.


                DON ÁLVARO. [...] Yo soy un enviado del infierno, soy el demonio
                exterminador (p.133)

Éste opina que el infierno es de donde procede, y además, el lugar de su destino final como muestra en uno de sus diálogos con Don Alfonso.

DON ÁLVARO. [...] ¿De nuevo el triunfo asegura el infierno, y se desploma mi alma en su sima profunda? (p.122)

Pero  la manifestación más clara que hace Don Álvaro sobre esta idea es en el momento previo a cometer suicidio.

 DON ÁLVARO. Infierno, abre tu boca y trágame. Húndase el cielo, perezca la raza humana; exterminio, destrucción... (Sube a lo más alto del monte y se precipita.) (p.134)

Los monjes que presencian el suicidio de Don Álvaro terminan sucumbiendo ante la idea de que Don Álvaro es un ser infernal ya que, tras pronunciar Don Álvaro esto, huyen aterrados del lugar pensando que están presenciando los actos de un ser poseido por el demonio.
Otros personajes también aluden a manifestaciones diabólicas en los sucesos que ocurren en este acto. El hermano Melitón, se muestra miedoso y desconfiando cuando Don Álvaro y Don Alfonso deciden abandonar el convento para batirse en duelo. Melitón, quien desconoce este proposito, comenta cuando ambos caballeros se marchan “Un olorcillo han dejado de azufre..” (p.126). Con esto el monje quiere expresar lo diabólico de la situación ya que el azufre tradicionalmente ha sido relacionado con el olor del infierno.




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